
Todos en la vida tenemos acceso a la salvación de nuestra alma gracias al sacrificio de nuestros Señor Jesucristo en la Cruz del calvario, por esta razón traemos un testimonio de una persona llamada Ronald quien fue criado en la iglesia con un conocimiento superficial de Dios, pero no tuvo una relación personal con Jesucristo.
Y como sucede en algunos casos, a los nueve años, un pariente cercano y dos amigos hombres abusaron sexualmente de él, cuenta Ronald McCray, ahora con 31 años.
Según algunas personas cuando a los pequeños le suceden cosas así entonces es cuando toman la decisión de ser homosexual, y este no era un caso diferente sino que solo que ya había tomado su decisión pero no lo había compartido o manifestado.
Fue entonces cuando en 2004, su madre le confrontó por sus sospechosas sobre su sexualidad, y fue cuando las relaciones se rompieron con toda la familia.
Pasadas estas cosas una noche en una discoteca gay, se sorprendió cuando oyó la voz de Dios por primera vez. “Tengo mucho más para ti”, oyó al chico en su corazón. Y más tarde nuevamente: “Tengo mucho más para ti”.
Cuando empieza el momento de Liberación
Entonces el 18 de octubre de 2009, entregó su vida a Jesucristo.
Según explica: “Finalmente entendí mi necesidad de Jesús como Salvador. Nunca he oído que la gente puede ser liberada la homosexualidad, llegué a un punto en que estaba listo para rendirme, su amor me llevó al arrepentimiento “.
Momento de transformación
Todo el que viene a los pies de Jesús empieza su momento de transformación y este joven también, Dios comenzó a restaurarlo. Luego él conoció a una mujer en la iglesia, Fetima, que sorprendentemente, estaba saliendo del estilo de vida lésbico.
Cuenta que al principio, no podía imaginar cómo sería estar con una mujer. “Pensé que ninguna mujer querría estar conmigo”.
Finalmente en 2015 se casaron. “Antes de la boda, yo estaba muy preocupado, porque nunca había estado con una mujer, sexualmente hablando, yo quería que esa relación glorificase a Dios. Queríamos tener cuidado con la forma en que éramos afectuosos el uno con el otro”.
“Nos convertimos en una familia”, relata Ronald. “Nos llamamos familia de la libertad. Encontrar a esta mujer me ayudó mucho, porque ella está en el mismo camino que yo y podemos ayudarnos mutuamente”.
Verdaderamente Dios cambia al ser humano cuando este se pone en las manos de su creador y pide que le ayude a caminar por el sendero de justicia y de salvación. ¡ Aleluya !
Fuente consultada: familiacristiana