
«Dios es espíritu, y los que le adoran, deben adorarle en espíritu y en verdad»
El hombre habita esencialmente en el ámbito físico y emocional, pero Dios es Espíritu (1 Samuel 16:7). Para tener plena comunión con Dios, tenemos que relacionarnos con Dios en el nivel espiritual. No todos los humanos le pueden adorar, ya que para que esto suceda deben nacer de nuevo en sus espíritus a través de recibir a Jesús, es por esto que este versículo expresa, “y los que le adoran”, debido a que hay muchos que no lo adoran al rechazar a Su hijo.
Al aceptar a Jesucristo, Dios cambió nuestro espíritu. En la salvación, nuestro espíritu se volvió totalmente renovado (2 Corintios 5:17). Ahora es justo y verdaderamente santo (Efesios 4:24). Ahora es exacto a la naturaleza de justicia de Jesús, porque nuestro espíritu nacido de nuevo es el espíritu del Señor Jesucristo (1 Juan 4:17; 1 Corintios 6:17; Romanos 8:9; Gálatas 4:6).
En nuestro espíritu es que somos dignos de presentarnos delante de Dios y adorarlo sin ningún temor. Nuestro espíritu es la única parte de nosotros que es digno. Es por eso que le adoramos en espíritu y en verdad.
Nuestro espíritu no es nuestro problema. Nuestro espíritu nacido de nuevo es perfecto, ya que Jesucristo lo ganó para nosotros.
Siempre debemos basar nuestra relación con el Padre en lo que somos en nuestro espíritu por medio de Cristo Jesús.