
«Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.»
Dios creó los cielos y la tierra y todo lo que hay en la tierra por sus palabras (Hebreos 11:3). Toda la creación fue hecha y responde por sus palabras. Nuestras palabras, cuando se hablan en fe, debemos usarla para liberar la vida tomando en cuenta lo que dice (Proverbios 18:21) y afectan a personas, cosas y circunstancias. Podemos liberar el poder que está en la fe por nuestras palabras.
Cada palabra cuenta. No hay tales cosas como palabras «ociosas» que no van a trabajar para nosotros o contra nosotros. Lo que sale de nuestra boca puede ser nuestra arma más poderosa contra el diablo, o pueden convertirse en una trampa del diablo (Proverbios 6:2).Palabras llenas de fe puede mover montañas, palabras llenas de temor pueden agrandar las montañas (problemas).
La fe que hizo que Jesús se maravillará era la fe en la autoridad de la palabra hablada (Mateo 8:8, 10). Debemos creer en el poder de nuestras palabras. Si empezamos a hablar en fe que se alinean con la Palabra de Dios, entonces tendremos los resultados positivos que las siguen. Pero si sigues hablando palabras de duda, al final las creerás y tendrás las cosas negativas que estas palabras producen.
La fe es liberada por la Palabra hablada, Jesús nos animó a hablar a las montañas osea a cualquier problema. La mayoría de la gente habla con Dios acerca de su problema, pero pocos siguen las instrucciones de Jesús de hablar directamente a la «montaña».Dios ha puesto ciertas cosas en nosotros cuando nacemos de nuevo y nos ha dado autoridad y debemos ejercerla. Cuando encontramos un problema en nuestro camino, tenemos que hablar contra el problema y decirle que tiene que quitarse de nuestro camino en el nombre de Jesús.
Por eso tendremos que dar cuenta a Dios de cada palabra que salió de nuestra boca, porque fue y es por ellas que nos atamos o liberamos el poder de Dios en nuestra vida.